Unai López
de Ayala, un joven inspector de policía especializado en perfiles criminales,
vuelve a su adolescencia al descubrir en la Catedral Vieja la aparición de dos
cadáveres que, aparentemente, siguen el mismo perfil que los asesinatos
ocurridos en Vitoria veinte años atrás, a unos días de que el acusado en su
momento, Tasio Ortiz de Zárate, salga de prisión. El modo de funcionamiento del asesino
es el mismo: siempre una chica y un chico que no se conocen entre sí y de la
misma edad.
Junto a su
compañera Estíbaliz Ruíz de Gauna y con la llegada de una nueva subinspectora,
tratará de resolver las múltiples incógnitas que genera la vuelta a los
asesinatos.
La novela policíaca es uno de mis géneros literarios favoritos. Valoro positivamente los personajes bien construidos, la lectura fluida y, especialmente, que no tenga un final previsible. Por fortuna es el caso de esta novela que comienza por el final, mostrándonos a un Unai en peligro, que ha puesto en riesgo su vida durante la investigación. Desde el principio, una de las cosas que más me gustó es la estupenda ambientación de la ciudad.
En cuanto a
los personajes; Dos inspectores de policía que arrastran problemas familiares
que tratarán de que no influyan en la investigación aunque no será fácil porque
detrás tendrán a toda la ciudad, familiares, amigos y redes sociales incluidas que
les presionarán para solucionar de la manera más rápida y fácil.
Tras esto sólo puedo añadir que es una libro que recomiendo al 100%. Es una novela sencilla, muy fácil de leer, con muchos giros narrativos que hacen que el lector se enganche. Se la aconsejaría a cualquier persona que disfrute de una buena lectura, ni siquiera sólo para amantes de este tipo de literatura.
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